viernes, 13 de abril de 2012

TU PASADO NO DETERMINA TU FUTURO...


Con este subtitulo comienza el libro de Javier Iriondo, "DONDE TUS SUEÑOS TE LLEVEN"... Este libro cae en mis manos gracias a uno de las mejores personas que he conocido en mi vida y como desde la distancia más intangible llega a mi señal emocional de socorro.

Las Semana Santa ha sido dura, yo no soy muy católico, por no decir nada, pero he sentido el peso de la cruz sobre mis hombros. Siempre suelo decir que un libro no le cambia la vida a uno, si no es uno mismo tras comprender las palabras según su mismo reflejo, yo la verdad que desde hace unos años que leí la "LEY DEL ESPEJO" gracias también a dos de mis mejores amigos, siempre suelo buscar verme reflejado en algo para de este modo atajar el problema o malestar.

He de reconocer que esta vez me está costando, como si de un demonio se tratase mi interior se retuerce, nervios, alteraciones, "pajas mentales" que luchas para que no sean verdad y aveces las ves tan claras, incluso cristalinas...

Tan sólo voy por la página cuarenta, ahí me he quedado, llorando a cada hoja, identificado al cien por cien incluso en las perdidas de los seres queridos del protagonista del libro, habla del perdón, tan sólo tres personas se han atrevido a decirme esto, una en México, otra en Galicia y la última en Madrid vía chat.

"Si no se perdona ese sufrimiento puede llegar a ser crónico y convertirse en odio, el peor de los sentimientos del ser humano. El odio termina destrozando nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestra vida..." Este pequeño fragmento del libro de Javier Iriondo me impactó, me dolió en el pecho, creo que ahí mientras mis retinas paseaban por esta frase un gran puñetazo me asestaba en la boca del estómago.

Yo aún no he cortado la cuerda, ese cordón umbilical que me une a tantos momentos del pasado, no se si lo haré, no sé si tendré fuerzas, y al final el peso del pasado me arrastre al abismo.

Aún parte de mi luz me deja valorar lo que tengo a mi alrededor, las personas que me aman, que sufren conmigo y por mi.

Anoche tuve una conversación corta pero intensa con Roxa, la miro a los ojos, con esa serenidad que desprende, ese saber estar que todos deberíamos tener controlado y salía de su casa dando gracias por la gente que tengo alrededor, que no debo olvidarme que yo también soy un bicho muy raro difícil de querer.

Mis hijos han estado conmigo durante unos días, los amo con todas mis fuerzas, pero siento que algo no estoy haciendo bien, o quizás que nunca hice bien nada, ahora sigo escribiendo con los ojos empañados (no es mi intención conmoveros, este blog es un acto de puro egoísmo, para yo poder sacar mi basura a la calle y que pase el camión pronto a recogerla).

Me quito la armadura y frente al espejo, desnudo,  veo que aún me quedan muchas heridas por cicatrizar, que es lógico que esté cansado, ya que no he sanado, y por eso mismo la vida me ha retirado aquí en los confines del fin del mundo, y me ha regalado un botiquín lleno de amor, comprensión y sabios consejos para que mejore.

Me he asustado al ver el odio que tengo dentro, a sabiendas que quién odia es quien sufre, ya que aveces el odiado ni se entera de que le aplican este acto. Sé que muchos de los que me conocéis, diréis que es imposible que yo pueda almacenar odio dentro de mi alma, pues amigos, parece ser que sí, y si hiciéramos el ejercicio de miran en nuestro interior la  mayoría de nosotros encontraríamos como mínimo posos de ese café amargo.

Sigo leyendo el libro, tengo todo el fin de semana para saborearlo y ver que más descubro de mí en él.